La postal que no asumimos

Los microbasurales que se crean por falta de conciencia ciudadana

Bolsas de plásticos, botellas, latas, cartones, papeles. También yuyales y un sin fin de acumulaciones de basura y ramas es una postal de la ciudad que es necesario ver para cambiar. Se trata de una de las peores imágenes de Gualeguaychú que no honran ese concepto que sostiene que una ciudad limpia no es la que más se barre sino la que menos se ensucia.

En un recorrido por la ciudad llamó mucho la atención la gran cantidad de terrenos que si bien tienen el pasto relativamente corto contienen mucha basura, lo que da a entender que quien deja allí sus desperdicios no es precisamente el propietario del mismo.

La fotografía muestra el estado actual del predio Plaza de Agua, ubicado al final del bulevar De León. Este espacio es utilizado por muchos vecinos como un basural a cielo abierto. Allí ya no sólo hay algunas bolsas de plástico y botellas dispersas sino que existe una acumulación de basura que incluso forma montañas. Y a causa del viento buena parte de estos desechos son depositados en el río.

Llama la atención que a pesar que el Municipio ha implementado medidas de limpieza de microbasurales –este año llevan 19 operativos realizados-, exista una gran cantidad de desechos acumulados en diferentes terrenos.

Algo está fallando. El sistema de recolección, las conductas ciudadanas indebidas, la falta de sanciones, entre otros elementos, pueden ser algunos de los motivos que hacen de esta situación un eterno problema en la ciudad.
Y es un problema grave, dado que no solamente afecta la estética urbana sino además al medioambiente y a la salud pública.
En este punto es importante destacar que existe una Ordenanza que regula el mantenimiento de los terrenos baldíos, pero a pesar de esto en muchos de ellos se evidencia un estado de abandono total. Y simultáneamente se observa que en muchos casos no es responsabilidad de los dueños, que mantienen el pasto corto y lo limpian de manera periódica, sino de ciudadanos inescrupulosos que aprovechan estos espacios deshabitados para depositar allí sus residuos. Para males, el resto lo desparrama el viento y los perros.
Cuestiones que parecen no terminar nunca y que tienen que ver con ciudadanos irresponsables, que no se preocupan por su entorno y mucho menos por el resto de sus conciudadanos. Vivir en comunidad implica respetar al otro. No hay otra fórmula.
Sin duda que hace falta trabajar aún más en lograr acciones comunitarias que impliquen la toma de conciencia de los vecinos, tanto de los que son propietarios de lotes baldíos como de los que arrojan allí sus residuos. Una actitud responsable es que cada uno se haga cargo de su basura y el Estado de la recolección y disposición final.
La Ordenanza 11.511/11, relacionada a los terrenos, determina la obligatoriedad de mantener los terrenos baldíos y/o en ocupación dentro de la Zona Urbana del Ejido, en condiciones de limpieza, libre de malezas, pastizales y/o acumulación de basura, escombro o cualquier otro elemento que signifiquen un peligro real o potencial a la salud y/o al medioambiente y/o daño a la comunidad.
Pero esta ordenanza no contempla los casos en los que los dueños mantienen su lote en buenas condiciones, pero son otros quienes lo utilizan como un basural a cielo abierto. Este tema debe ser revertido con acciones de concientización, e incluso se debería contemplar algún tipo de sanción efectiva, justamente porque si la ciudad es de todos, entre todos se la debe cuidar.
Guardar los residuos hogareños en bolsas. Cargarlas en el baúl de un auto cuidando de no ensuciarlo. Salir a la calle y recorrer varias cuadras e incluso kilómetros. Cerciorarse que nadie observe y, de manera disimulada, abrir el baúl del automóvil y arrojarlas para luego huir como alguien que sabe que está obrando mal. Todo esto es un desgaste de energía enorme e innecesario y que se soluciona con sacar los residuos a horario.
Por Rocío Fernández
EL ARGENTINO